Los editores de manga más importantes de Japón, incluidos Shueisha, Kodansha, Shogakukan, Hakusensha, junto con Kadokawa y la Asociación de Animaciones Japonesas (AJA), entre muchos otros, han emitido declaraciones advirtiendo sobre acciones estrictas contra OpenAI, adoptando una postura de línea dura contra el uso no autorizado de su propiedad intelectual en modelos de IA generativa.

En declaraciones separadas, Shueisha Inc. y la coalición de 17 editores y agencias anunciaron su intención colectiva de asumir “medidas apropiadas y estrictas” contra cualquier caso de infracción de derechos de autor que identifiquen, actuando tanto desde un punto de vista legal como ético.

Esta respuesta no se limita a sus propias acciones legales; El grupo también pide una respuesta a nivel nacional, instando al gobierno japonés a establecer nuevas leyes para garantizar la protección del contenido en la era de la IA.

Además, planean coordinar y cooperar activamente con todas las partes interesadas, incluidas agencias gubernamentales y otros titulares de derechos de autor, para construir un frente unificado contra lo que describen como violaciones sistémicas de derechos.

Además de estos editores, CODA también ha presentado una solicitud por escrito a OpenAI en nombre de sus miembros, que incluyen gigantes del anime como Aniplex, Studio Ghibli, Toei, junto con los editores mencionados anteriormente y también una red de empresas de radiodifusión, enfatizando que si OpenAI continúa usando su contenido sin permiso previo, entonces “no existe ningún sistema que permita evitar la responsabilidad por infracción a través de posteriores objeciones.

Esta advertencia unificada por parte de las compañías japonesas de anime y manga fue provocada por el lanzamiento en octubre de 2025 de la IA de generación de videos de OpenAI, Sora 2. En sus declaraciones, los editores informaron que desde el lanzamiento de la herramienta, ha aparecido en línea una gran cantidad de contenido que parece haber sido generado con una fuerte dependencia de trabajos creativos ya publicados.

El grupo concluyó que estos videos, que se parecen mucho al anime y a los personajes establecidos, son se genera en base a que la IA aprende de su propiedad intelectual sin los permisos necesarios, esencialmente violando las normas de derechos de autor.

Los editores condenaron especialmente el modelo de negocio de “exclusión voluntaria” de OpenAI, que según ellos estaba sacudiendo los cimientos mismos de la sociedad creativa. Señalaron que Sora 2 opera mediante capacitación sobre obras protegidas por derechos de autor de forma predeterminada, lo que requiere que los titulares de derechos presenten una solicitud explícita para que se elimine su contenido.

Tanto la coalición como Shueisha argumentaron que esta práctica viola el principio fundamental de la ley de derechos de autor y contraviene tanto la ley japonesa como el Tratado de Derechos de Autor de la OMPI.

Para remediar esto, los editores establecieron tres principios básicos que los operadores de IA deben respetar. En primer lugar, exigieron un cambio hacia un sistema de “participación voluntaria”, en el que las empresas de inteligencia artificial deben obtener permiso antes de capacitarse en trabajos creativos.

En segundo lugar, pidieron que se garantice la “transparencia de los datos de formación”, argumentando que sin ella, verificar la infracción es difícil y la reputación de una obra puede verse dañada.

Finalmente, afirmaron que cuando se concede el permiso, los titulares de derechos deben recibir una “compensación adecuada”.

Los editores dejaron claro que su posición no es un rechazo a la IA en sí. Ambas declaraciones expresaron que “dan la bienvenida al avance de la tecnología de IA generativa” y a una sociedad donde más personas puedan compartir la alegría de la creación.

Sin embargo, subrayaron que este futuro no debe construirse sobre la base de la infracción de los derechos de autor o del “pisoteo de la dignidad” de los creadores. Su objetivo, afirmaron, es encontrar un equilibrio entre la innovación tecnológica y la sostenibilidad de la creación cultural, fomentando un entorno “justo, transparente y sostenible” para todos.

Esta postura unificada de los editores japoneses es particularmente mala noticia para OpenAI, ya que contradice la narrativa que habían proyectado anteriormente.

Durante la reacción contra el arte de la IA al estilo Ghibli, Sam Altman defendió la herramienta como una “gran victoria neta para la sociedad” que democratizó la creatividad. Su hábito de recurrir a argumentos de uso legítimo tampoco funcionaría si se introducen y aplican marcos legales estrictos.

Fuente: Oricon, Shueisha, CODA

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